CAMPIÑA DE CÓRDOBA
I. LOCALIZACIÓN
La Campiña de Córdoba se sitúa al sur de la provincia homónima, limitando al norte con la Vega del Guadalquivir y con las Sierras Subbéticas, en su extremo meridional. En su eje horizontal queda definida entre las provincias de Jaén, a oriente, y Sevilla, a occidente. Tradicionalmente, esta zona se ha dividido en dos áreas: la Campiña sur y la Campiña este. Dadas las similitudes paisajísticas y territoriales de ambas unidades, hemos decidido englobarlas en un único apartado.

Delimitación de la Campiña de Córdoba. Fuente: Elaboración Propia
En los límites políticos de la Campiña cordobesa quedan comprendidos, al norte, municipios como El Carpio o Villa del Río; al sur, las localidades de Moriles, Monturque y Nueva Carteya; al este, Puente Genil y Santaella; y al este, Valenzuela y Baena.
II. Características del medio físico
El espacio geográfico
La Campiña de Córdoba, y en general todos aquellos espacios bajo la denominación de campiña, se componen de suaves relieves y pendientes de escasa altura que facilitan la dedicación del suelo a actividades agrícolas, auténticas señas de identidad de estos terrenos. Los materiales que componen los firmes son de naturaleza sedimentaria, destacando las arcillas y las margas (Naranjo 2013: 102-103).
El territorio de Campiña puede subdividirse, a su vez, en dos categorías, las Campiñas Altas y las Campiñas Bajas, en función de los materiales predominantes, el tipo de relieve y los procesos erosivos. La Campiña de Córdoba se incluye, precisamente, dentro de las Campiñas Altas, puesto que en ellas aparecen pendientes con mayor entidad dada la presencia de las Sierras Subbéticas en su extremo meridional (Naranjo 2013: 106). La aparición del río Guadajoz en la región supone también la existencia de vegas y llanuras de inundación (Fernández-Baca y Fernández Cacho 2010: 118). De igual modo, encontramos grandes humedales con un alto valor ecológico, como las lagunas Amarga o la de Tíscar.
Factores climáticos
El clima de la Campiña de Córdoba se compone de inviernos suaves, a excepción del ángulo suroccidental, donde la cercanía de las Subbéticas provoca que las temperaturas descienden por debajo de la media. Los veranos son calurosos, registrándose temperaturas superiores a 38ºC durante los meses estivales, según fuentes de la AEMET. El número medio de horas de sol suele rondar las 2.800 horas.
La presencia de las Sierras Subbéticas condiciona también la pluviometría. Los municipios cercanos a esta serranía, como son los casos de Nueva Carteya o Baena, registran unos 600 mm de precipitaciones anuales, frente a los 400 mm de las localidades situadas en el flanco occidental de la Campiña.
Hidrología
Como el resto de las demarcaciones paisajísticas plasmadas en este catálogo, la Campiña de Córdoba viene definida por el transcurso del río Guadalquivir, el cual marca el límite septentrional de esta unidad territorial.
En la margen izquierda del Guadalquivir a su paso por la Campiña cordobesa, discurren, además, dos de sus principales afluentes: el Genil, por la zona más occidental; y el río Guadajoz, por la parte central. Al mismo tiempo, estos ríos cuentan con sus propios afluentes, como el río Cabra.
Laguna de Zóñar. Fuente: Wikipedia. Autor: Baldomorejon (2012)
Como es habitual, en el cauce de estos ríos se disponen embalses. Uno de ellos es el de Cordobilla, que pese ser el tercer pantano en capacidad del río Genil, se encuentra prácticamente agostado. Recoge los aportes del río Anzur, el cual, tras nacer en la Sierra de Rute, finaliza su cauce en el mismo embalse, produciéndose así una curiosa conexión entre las Sierras Subbéticas y la Campiña de Córdoba (Torres Esquivias 1994: 55-56). En la zona sur de la Campiña destacan también varias lagunas. Entre ellas cabe mencionar la de Zóñar (Aguilar de la Frontera), la del Rincón (Moriles) o la de Tíscar (Puente Genil).
Vegetación y flora
El paisaje de Campiña se caracteriza por la desforestación y la utilización del medio para fines agrícolas. De este modo, el manto y la vegetación naturales, compuestos casi en su totalidad por acebuches, alcornocales, encinas, coscojas o lentiscos, tiende a desaparecer.
Las plantaciones se centran mayormente en la explotación del cereal, aunque en los últimos años han hecho acto de presencia cultivos como los garbanzos o las habas. A esto hay que sumar los dos cultivos por excelencia del sur peninsular: el olivar y el viñedo; en relación con este último, sobresalen los lagares de Montilla-Moriles (Naranjo 2013: 113 - 114).
La proliferación de huertas, olivares y viñedos ha supuesto también la pérdida de buena parte de la vegetación característica de las zonas palustres. Aun así, en lagunas como la de Tíscar siguen creciendo juncos, carrizos, cañas y otras especies subacuáticas.
La cuenca del río Guadajoz cuenta con ciertas peculiaridades desde un punto de vista ecológico, puesto que en sus orillas se extienden -casi de forma ininterrumpida- multitud de tarajales y paloduces. Es justamente en esta última cuenca, entre las localidades de Santa Cruz y Espejo, donde se sitúan las Salinas de Duernas. Las comunidades vegetales que aparece en ellas soporta altas concentraciones de sal, creando así un ecosistema singular de vegetación halófila (Aroca, Rojo, Muñoz 2015: 84-85).
Fauna
La Campiña de Córdoba acoge una amplia variedad de aves, perfectamente atestiguada en las Zonas Húmedas del sur. Destaca la malvasía, una pequeña ave buceadora con pico color azulado. En buena parte de las lagunas referidas se ha registrado un importante número de aves acuáticas, como la focha o distintas clases de patos (real, colorado, silvón, etc.) (Torres Esquivias 1994). Asimismo, en la laguna de Salobral son notorios los flamencos y las grullas (Patronato Turismo de Córdoba, 2009).


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La Campiña cordobesa no se caracteriza por la presencia de grandes mamíferos, más propios de Sierra Morena. En cambio, si son relativamente frecuentes los zorros, los tejones y las comadrejas, alertados especialmente por la disponibilidad de presas de pequeño tamaño, tales como el conejo.
Por su parte, en las zonas salineras de Duernas o Zabayas (Priego de Córdoba) apenas se recogen datos relativos a la fauna, siendo insectos (coleópteros, ditíscidos, heterópteros) la mayor parte de las especies registradas (AA.VV 2004).
III. Características socioeconómicas
Demografía
La Campiña de Córdoba se compone de ciudades de tamaño medio. Pese a que el proceso de regresión demográfica ha estado presente, siguen siendo localidades con un número de habitantes bastante alto en comparación con los núcleos urbanos del norte de la provincia.
El municipio más poblado es Puente Genil (29.767 habitantes), seguido de Montilla (22.633 habitantes) y Baena (18.885 habitantes). En el extremo opuesto aparecen municipios que, en el año 2021, no superaban los 5.000 habitantes; es el caso de Santaella (4.611 habitantes), Moriles (3.721 habitantes) y Montemayor (3.851 habitantes) Entre los municipios más despoblados señalamos San Sebastián de los Ballesteros, con apenas 829 habitantes, o Valenzuela, con 1.098 habitantes (INE 2021).
Principales actividades económicas
Las actividades económicas más importante son las de carácter agrícola. Pese a que la producción de cereales estaba a la cabeza, las políticas agrarias comunitarias han supuesto la variabilidad de los cultivos tradicionales de la Campiña (Fernández-Baca y Fernández Cacho 2010: 119). De este modo, en áreas donde predominaban los cultivos de secano, se han ido introduciendo otros nuevos de regadío, como el algodón, el girasol y, muy especialmente, el olivo. Al igual que ocurría en Jaén, el olivar se ha convertido prácticamente en el monocultivo del sur de la provincia de Córdoba, cuya expansión se ha visto beneficiada por el propio clima y la idoneidad de los suelos (López Ontiveros 1999: 10).
En el municipio de Montilla destacan las extensas áreas de viñedos, y es que la tradición vinícola de esta zona de la Campiña se remonta incluso a época romana (vid. Vaquerizo 2011). Su estratégica y favorable situación ha traído consigo la Denominación de Origen Protegida (DOP) Montilla-Moriles, distinción que ha supuesto un verdadero impulso socioeconómico para la comarca.
Viñedo en el entorno de Montilla-Moriles. Fuente: Proyecto Atlas del Patrimonio Inmaterial de Andalucía.
Asimismo, buena parte de los municipios cordobeses cuentan con importantes industrias agroalimentarias, como las almazaras de Baena o las fábricas de membrillo de Puente Genil (Fernández-Baca y Fernández Cacho 2010: 119). Precisamente este último municipio ha sido, y sigue siendo, uno de más industrializados de la Campiña desde la segunda mitad del siglo XIX.
La artesanía ha sido otro sector económico destacable. El municipio de La Rambla, en particular, ha estado históricamente muy ligado la producción alfarera, cuyos orígenes se remontan a los siglos XIV y XV (Ruiz Gálvez 2021).
Profesiones tradicionales
El trascurso de algunos de los afluentes del río Guadalquivir por la Campiña cordobesa ha supuesto tanto la creación y la articulación de importantes núcleos urbanos, como el desarrollo de oficios tradicionales que han empleado sus aguas para determinadas actividades.
En el caso de Puente Genil, las aguas del río Genil han sido usadas como fuente de energía desde la creación de las primeras industrias pontanenses. En este sentido son dignos de mención los molinos harineros de Rapetas y Manchega; las denominadas Molinas de Santa Ana, en la aldea del Palomar; y los diversos molinos de aceite o almazaras documentadas entre 1893 y 1915 (vid. Delgado y Cano 2006; 2011). Pero si hay una construcción que destaque por encima de todas es el conjunto de La Alianza, un complejo industrial en el que, molineros primero, e industriales y obreros después, emplearon las aguas del Genil tanto para la molienda del cereal como para generar electricidad.
Como comentábamos, la agricultura ha sido la principal actividad socioeconómica de la comarca durante siglos, si bien existen escasas fuentes acerca de las condiciones laborales de los trabajadores del campo. Hasta épocas muy recientes no fue estipulado un marco normativo que regulara las obligaciones y derechos de los jornaleros; tan solo algunas leyes básicas -de origen prácticamente medieval- en las que se determinaban la duración de las jornadas (siempre de sol a sol), el número de jornaleros que podían ser empleados diariamente o la prohibición, en determinados momentos, de mujeres en las plantillas (González Beltrán 2005: 14-15). En el primer cuarto del siglo XX, los trabajadores del campo asalariados comenzaron, finalmente, a contar con ciertas estructuras organizativas (Rodríguez 1979).
Otra curiosa profesión desempeñada en la Campiña de Córdoba desde hace siglos es la vinculada al laboreo de salinas como las de Duernas. Su correcto funcionamiento ha implicado la existencia de salineros profesionales que siguen extrayendo sal en los meses de verano.
Profesionales de las Salinas de Duernas (AA.VV. 2004)
IV. BIBLIOGRAFÍA
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